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domingo, 4 de mayo de 2014

Apple manda su mensaje en el juicio contra Samsung.


Ya era hora. El último culebrón judicial que involucra a Apple y a Samsung ha llegado a su fin, al menos hasta que las partes recurran. Cosa que seguro que hacen. El veredicto alcanzado por el jurado ayer por la tarde hora de California establece que Samsung violó 3 de las 5 patentes argumentadas por Apple, por las cuales deberá pagar un total de 119,6 millones de dólares. Una cifra minúscula si la comparas con los 2.200 millones que exigían los de Cupertino.

Muchos dirán que Apple ha ganado el veredicto pero que en realidad ha perdido por no recibir hasta el último centavo de lo que pedía. Si nos fijamos en ambos contendientes veremos a unas compañías gigantescas, las dos que generan el mayor número de beneficios en la industria. Tienen dinero para aburrir, ¿acaso les importa un puñado de millones? No creo que les quite el sueño.

Personalmente, los juicios me aburren. No entiendo de patentes ni de procesos judiciales, mucho menos de un sistema extranjero, y no creo que merezca la pena. Tampoco voy a entrar a discutir quién copió a quién ni sobre la naturaleza de las patentes de software y de diseño. Lo que sí que me llama la atención es el porqué de este juicio. Sus razones últimas. Sobre todo, qué gana Apple, aparte de dinero, denunciando a Samsung quien además de competidor es un proveedor suyo de componentes muy importante.


Así es como los peces gordos se mandan recados.


En la presentación del iPhone original, Steve Jobs nos vendió el cambio de paradigma diciendo que estaba a años luz de lo que existía en el mercado. Ya vimos hace unos meses que Samsung fue de los primeros en reconocer esa ruptura y subirse al nuevo concepto de smartphone inaugurado por el terminal estrella de Apple. Ese movimiento estratégico es de quitarse el sombrero y una de las grandes jugadas del momento.

El dinero es secundario, lo que importa es que el resto de la industria tome buena nota

Apple, por las razones que sean, sintió que Samsung había copiado sus diseños, patentes, terminales, etc. y decidió que debía ponerle coto al asunto. Siendo honestos, todas las grandes compañías tecnológicas sin excepción han sido denunciadas en algún momento y desde luego que Apple no está libre de pecado. Para evitar que otros siguieran el mismo camino de Samsung, los de Cupertino pasaron a la ofensiva y llevaron a juicio a los coreanos por medio mundo.

Han ganado unos juicios y han perdido otros. En California, Apple ganó uno de los más importantes que condenaba a Samsung a más de 900 millones (después de las correspondientes apelaciones). Ahora, Apple recibe otros 119,6 millones. Pero lo que andaba buscando Apple no era el dinero sino mandar un mensaje al resto de la industria, "si consideramos que nos has copiado, atente a las consecuencias":

  • Demandas a diestro y siniestro.
  • Arrastrar a juicios por todo el mundo.
  • Hacer frente al pago de millones en abogados.
  • Años y años de litigios.

Samsung puede hacer frente a estos problemas, pero no todos los fabricantes son capaces de lo mismo. No todos tienen esa cantidad de dinero ni tienen acceso a los recursos necesarios. La idea de la interminable serie de juicios por patentes es actuar de arma de disuasión contra terceros. Poner de ejemplo a Samsung de lo que podría pasar al que Apple considere que le ha copiado. Más allá de quién paga qué, lo que está claro es que al haberse enzarzado judicialmente con el conglomerado coreano han establecido un ejemplo y una advertencia para el resto.


via/applesfera

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